Ya en Adviento se nos presentó la figura de Juan, a quien Lucas evita llamar "el Bautista". En su relato, Jesús es bautizado -no dice por quién- tras el encarcelamiento de Juan (versículo 20, que no se lee hoy).
Lucas insiste en que Juan no es el Mesías y en distinguir el bautismo de conversión de Juan y el del Mesías, cuyo bautismo infundirá el Espíritu Santo (versículos 15-16).
Llama la atención que Jesús se someta a un bautismo de conversión y de perdón (ver verso 3).
Lo más importante ocurre tras el bautismo de Jesús, cuando se pone a orar: se manifiesta el Espíritu Santo y el Padre, quien declara que Jesús es su Hijo (versículos 21-22).
Lucas no precisa si alguien ve la paloma u oye la voz de Dios, que habla a Jesús, no a la gente como en Mateo. Representa al Espíritu en forma de paloma es algo extraño en la Biblia, aunque nosotros nos hayamos acostumbrado, y no es seguro su significado. La frase que pronuncia Dios no es igual en todos los códices: en vez de Tú eres mi Hijo amado, el predilecto, escogida por la traducción litúrgica, hay otra influenciada por el Salmo 2, 7 "Tú eres mi Hijo, hoy he engendrado"