Dos episodio, separados por una semana (el segundo correspondería temporalmente a este domingo), donde Jesús se presenta en medio de la comunidad de discípulos de Jerusalén comunicándole su paz, reunida en el día que pasaría a llamarse domingo ("día del Señor"), cerradas las puertas por el entorno hostil (que en la primera ocación les producía miedo, no así tras la primera presentación del Resucitado en medio de ellos).
La primera vez incluye el envío misionero, para lo cual les comunica el Espíritu Santo (en el mismo día en que resucitó, no 50 días después) y les hace mediadores (a todos los discípulos, no sólo a los apóstoles) del perdón de Dios.
La segunda ocasión proclama una nueva bienaventuranza, dirigida a los lectores del Evangelio: "Dichosos los que crean sin haber visto", los que crean por el testimonio de la comunidad, y no como hace Tomás. Para eso fue escrito el evangelio, como dice el versículo final: "se han escrito para que creáis".
El resucitado es el mismo que fue crucificado (no es un fantasma), como se indica al mostras sus manos y el costado, lo que provoca alegría en quienes le reconocen.