Nuestro texto litúrgico aborda dos asuntos diferentes:
- del 21 al 23: una advertencia a los "falsos profetas", de los que se empieza a hablar desde el versículo 15: "Guardaos de los falsos profetas". Ya había advertido (en v. 16 y 20) que los falsos profetas se reconocen "por sus frutos"; ahora Jesús afirma que en el día del juicio ("aquel día" v. 22) "apartará" de sí (v. 23) a esos que dicen "profetizamos en tu nombre" (v. 22), porque sólo "entrará en el Reino" "el que cumpla la voluntad" de su Padre (v.21)
- el resto es el final del sermón del monte, y dice con una parábola lo que hay que hacer con "estas palabras mías". El prudente o sabio "las pone en práctica" (v. 26); al revés que el imprudente o necio (mismos adjetivos que en la parábola de las diez vírgenes en el capítulo 25, ver estudio de ambos aquí), que se asemeja por tanto a los falsos profetas y corre la misma suerte: la arrasaron completamente (= "fue grande su ruina"; v 27)