En la liturgis del Domingo de Ramos se proclaman dos evangelios: uno en la procesión, el de la entrada de Jesús en Jerusalén, y otro en la liturgia de la Palabra, el relato de la pasión según San Mateo, dos largos capítulos (existe una versión abrievada que empiza con el encuentro con Pilatos).
El relato culmina con la confesión de los soldados romanos tras la muerte de Jesús: "Realmente éste era Hijo de Dios". Esa fue la cuestión por la que el Sumo Sacerdote y el sanedrín condenaron a Jesús por blasfemo: "Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios". Y ese título fue el tema de las burlas de la gente y de las autoridades ante la cruz: "Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz".
En el proceso romano el acento de la condena se pone, en cambio, en el título de "Rey de los Judíos", sobre el que Pilatos le pregunta: "¿Eres tú el rey de de los judíos?". Sobre el mismo se hace una parodia: los soldados le disfrazan de rey con una capa, una corona de espinas y una caña por centro, a la vez que se arrodillan ante él y le dicen: "Salve, rey de los judíos". Pilatos continúa el escarmiento poniendo en la cruz "Este es Jesús, el rey de los judíos". Y también a ello se refieren algunas burlas ante la cruz: "¿No es el rey de Israel?".