"Se le removieron las entrañas".
Marcos nos lo cuenta dos veces en los primeros capítulos.
"Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas" (Mc 6,34). Ese sintió compasión traduce ese afecto que parece nacer de las mismas entrañas.
Ve a la gente en tal estado, que se le remueven las entrañas, y no puede dejar de hacer algo - había ido allí a descansar -. Se pone a enseñarles.
Cuando se te remueven las entrañas no puedes quedarte quieto. Es una acción que te nace desde tus mismas entrañas.
Lo mismo le pasó con el leproso que le suplica de rodillas: "Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.»" (Mc 1, 41)
Se le remueven las entrañas y no puede evitar extender su mano y tocarle (con lo que se "contaminaba" de impureza).
Jesús se deja afectar por la gente hasta el punto que le brota la acción en su favor.
Más tarde, en 8,2 será el mismo Jesús el que declare ese sentimiento: "Se me remueven las entrañas por la gente" ya que no habían comido, lo que de nuevo le llevará a la acción.