martes, 15 de septiembre de 2009

24º domingo de tiempo ordinario Marcos 8, 27-35

Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos:
- "¿Quién dice la gente que soy yo?"
Ellos le contestaron:
"Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas."
Por lo que dicen, la gente tiene buena opinión de Jesús, pues lo comparan con algunos de los profetas.

Él les preguntó:
- "Y vosotros, ¿quién decís que soy?"
Pedro le contestó:
- "Tú eres el Mesías."

Pedro aparece como portavoz del grupo -a quien iba dirigida la pregunta-; se muestra como líder. Su respuesta es aparentemente lúcida; sin embargo, hay diferentes modos de concebir cómo era el Mesías (es decir, el Enviado de Dios, el Cristo) ¿Se ajusta a Jesús la idea que tiene Pedro sobre el Mesías?
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Marcos suele advertir que Jesús manda callar cuando alguien le reconoce como Mesías o como Hijo de Dios. Tal vez para evitar que le identificaran con otras concepciones acerca del Mesías.
Y empezó a instruirlos:
- "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días."
Se lo explicaba con toda claridad.
Jesús explica "con toda claridad" su camino mesiánico. Identifica su ser de Mesías con la figura del Siervo de Yavé que dibuja el profeta Isaías.

Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo.
El lugar es importante: un "aparte". Pedro increpa a Jesús porque el camino de Siervo que ha previsto no coincide con las expectativas de cómo debe actuar un Mesías que tiene Pedro. Los discípulos, con Pedro al frente, seguramente (no lo especifica el texto) participan del mentalidad común en la época que esperan un Mesías político.

Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro:
- "¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!"
Jesús no se deja manipular por Pedro. Le llama "Adversario" (Satanás).
En el relato se contraponen dos mentalidades, la de Dios y la de su Adversario (Satanás), sobre el perfil del Enviado (Mesías). Jesús participa de la primera y Pedro de la segunda. El camino de Dios no es el que creían los discípulos.

Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo:
- "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará."


Jesús les pide "negarse a sí, cargar con su cruz", es decir, renunciar la mentalidad contraria a Dios (negarse) y asumir las consecuencias (cargar con su cruz), e "irse con él y seguirlo" en la aceptación del camino de Dios.
Seguir el camino de Dios en Jesús es "perder su vida por el Evangelio", como ha anunciado, lo cual se traducirá en salvarla; y así sucederá a sus discípulos. En cambio, quien siga los pensamientos mesiánicos de Pedro y su grupo, con la idea de un Mesías que "salva su vida", en realidad "la perderá".