La gente creía que era un castigo por sus pecados; Jesús niega que Dios provocase eso.
Pero aprovecha para llamar a la conversión (de ahí que se lea en Cuaresma), y a hacerlo con prontitud; urge de dos maneras:
- Jesús dice a la gente que si no se convierte su final no va a ser mejor que los desafortunados anteriores.
- Cuenta una párabola donde Dios concede un nuevo plazo para que la gente "de fruto", a pesar que ha transcurrido el tiempo en que debería haberlo hecho. No era raro que en los bordes de la viña (el cuidador es un viñador) hubiese higueras. Ya Juan lo había advertido: "ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado" (3,9)