Jesús se pasea por el Templo en las fiestas de su consagración, cuando lo rodean los dirigentes judíos y con hostilidad le insta a que se declare Mesías.
Jesús les responde que ellos no son ovejas suyas y continúa su respuesta con el texto de este Domingo.
Él declara su unidad con el Padre, lo cual es hacerse Dios, y como consecuencia las ovejas de su Padre son suyas. Él, como el buen pastor que ha dibujado en este capítulo diez, da la vida por ellas. Por último advierte a los dirigentes que no podrán recuperarlas bajo su control.
Las condiciones para ser ovejas de Jesús son: escucharle y seguirlo.
En el versículo siguiente al texto de este Domingo, los dirigentes intentan apedrear a Jesús, porque "siendo un hombre te estás haciendo Dios".
El versículo 29 tiene distintas variantes. El texto litúrgico ha optado por "Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos..." en lugar de "Lo que me ha dado mi Padre es superior a todo"