Este trozo del discurso de Jesús durante su última cena ha sido escogido para la fiesta de la Santísima Trinidad.
En él se muestra la unidad del Padre, del Espíritu de la verdad y de Jesús: "Todo lo que tiene el Padre es mío" -afirma Jesús-, y el Espíritu "tomará de lo mío".
Ya Jesús ha afirmado antes su identificación con el Padre: "os he dado a conocer todo lo que oído a mi Padre" (15, 15), y lo repetirá después: "Les he comunicado las palabras que tú me diste... todo lo mío es tuyo y lo tuyo, mío" (17, 8 ss)
La misión del Espíritu es guiar a los discípulos hasta la verdad plena, con la que no pueden cargar por ahora ("Ya está aquí la hora de que os disperséis cada uno por vuestro lado" 16,32 cf 13,33). Esa verdad plena aclarará "lo que está por venir", que en el marco de este evangelio parece referirse a los frutos de su muerte -recordemos que éste es su discurso de despedida-, muerte cuyo sentido a los discípulos "por ahora" les resulta incomprensible ("no pueden cargar" con él) , pero les será explicado por el Espíritu.
De esta forma el Espíritu manifestará la gloria de Jesús, pues su exaltación consiste en dar su vida por sus amigos (cf 15,13)