Dejamos la larga sección de "el camino a Jerusalén" que empezamos hace 5 meses (ver el comienzo). Nos saltamos cosas importantes, porque se ven en otro tiempo litúrgico: la entrada de Jesús en Jerusalén y su purificación del Templo expulsando a los vendedores. Por tanto, estamos en Jerusalén en los últimos días de Jesús y en un clima de confrontación con Él.
Seguimos en el Templo, donde los sacerdotes y los escribas se han enfretado a Jesús con preguntas. Ahora les toca el turno a los Saduceos, un grupo que aparece por primera y única vez en san Lucas, y de los que se sabe poco.
Como esta corriente de pensamiento no cree en la resurrección, intentan burlarse de Jesús preguntándole con quien estará casada en el cielo una mujer que en la tierra se ha dado en matrimonio a siete hermanos (la ley del levirato de Dt 25, 5 obligaba a casarse con la viuda del
hermano para darle descendencia a éste y para proteger a la mujer).
Jesús les responde que en el cielo no ocurre como en la tierra, y asemeja el estado de las personas al de los ángeles.
Afirma que la expresión de Dios a Moisés en la zarza ardiente -Jesús cita el libro del Éxodo 3, 6; de los pocos que aceptan los Saduceos- muestra a un Dios de patriarcas vivos, aunque hubiesen fallecido, argumento en favor de la resurrección. Parece que nadie antes de Jesús había usado este argumento.