Marcos presenta este caso no tanto como la curación de una enfermedad, sino como una cuestión de pureza. Por tres veces seguidas se habla de la "limpieza": Si quieres, puedes limpiarme (la liturgia prefiere traducir "curarme" esta primera vez, aunque es el mismo término griego que las dos veces siguientes que sí traduce por "limpio" y no por "curado"); Quiero, sé limpio; Quedó limpio.
Ese proceso de "limpieza" es llamado por Jesús "purificación": ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó. [El Levítico 13,47-14,4 manda que un sacerdote certifique el final de la lepra]
La purificación va precedida por dos hechos sorprendentes: el leproso se "acerca" a Jesús, cuando debía haberse mantenido a distancia y advirtiendo a gritos de su impureza (LV 13,45); Jesús "toca" al impuro, lo que le convertiría a él en un impuro.
Aunque de otro modo, al final Jesús siente los efectos que si hubiese vuelto impuro: Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos.
Marcos dice que Jesús se "compadeció", como dirá otras dos veces. Ver: CUANDO LAS ENTRAÑAS SE TE REMUEVEN
Jesús sigue mandando silencio sobre Él. Ver: ¿POR QUÉ JESÚS OCULTA SU IDENTIDAD?