Continuamos el texto de Marcos por donde lo dejamos el domingo pasado, aunque cambiemos de capítulo, y nos encontramos a Jesús de vuelta a la casa de Cafarnaúm y rodeado de gente como cuando se fue. Se nos descubrirá que en ese grupo hay unos escribas o letrados.
Un grupo de cinco personas no pueden sortear el corro y abren un boquete en la frágil azotea de la casa, descolgando a uno de ellos, paralítico, ante Jesús. Jesús interpreta esta acción como una expresión de fe, de confianza en él.
Por la fe, Jesús perdona de parte de Dios los pecados al paralítico. Curiosamente, nadie ha hablado de pecados ni nadie ha pedido perdón. Lo que se podía esperar era una curación, pero ésta no sucede inmediatamente, por lo que tampoco se puede suponer un automatismo entre enfermedad-pecado y perdón-curación.
Ante la acusación de blasfemia -porque sólo Dios puede perdonar pecados-, Jesús cura al hombre para mostrar que tiene esaautoridad.