En este texto se narran dos historias. La segunda (que aquí no comentamos) interrumpe la primera en el versículo 24, mientras Jesús camina hacia la casa de Jairo. Sorprende que el jefe de la sinagoga local acuda intencionadamente a donde se encuentra Jesús, fuera del ciudad, cuando los fariseos hace dos capítulos que intentan matarlo (ver 3, 6) tras la curación acaecida precisamente en esa sinagoga. Éste le pide a Jesús que "salve" ("cure" traduce la versión litúrgica) a su hija. El término "salvar" solo ha salido una vez antes en este evangelio, precisamente en la curación mencionada de la sinagoga (3,4) en un clima de enfrentamiento.
El relato se retoma en el versículo 35. La interrupción ha dado lugar a la muerte de la niña, y los de la sinagoga opinan que eso ya supera la capacidad de Jesús, al que califican extrañamente de "maestro".
En presencia de "los tres" íntimos, Jesús resucita a la joven tomándola de la mano para levantarla, como a la suegra de Pedro (1,31), y hablándole en arameo con autoridad.
Termina con el llamado secreto mesiánico de Marcos.