Jesús llega a "casa", donde se va desarrollar toda la escena. No es la casa de sus padres en Nazaret, pues de allá "vinieron su familia a llevárselo". Esa casa es el espacio de la nueva comunidad fundada por Jesús, su nueva familia.
Jesús va a sufrir un creciente rechazo, empezando por sus familiares y por los maestros de la Ley (los "escribas"). La actividad curativa que realiza Jesús la interpretan de manera torcida:
- sus familiares creen que "está fuera de sí" y pretenden llevárselo a Nazaret.
- los escribas dicen que sus milagros los hacen "con el poder del jefe de los demonios"
El centro del relato está en la respuesta que da a los maestros de la Ley. Si los milagros que reconocen que hacen libera a los enfermos del dominio de Satanás, no tiene sentido que digan que lo hacen con el poder de Satanás: "¿Cómo va a echar Satanás a Satanás?". Al contrario, él es quien se ha metido en "en casa de un hombre forzudo", es decir, de Satanás, y lo ha atado "para arramblar con su ajuar", es decir, para quitarles a las personas que están sometidas por él.
A los que están diciéndoles que "tenía dentro un espíritu inmundo", un demonio, les revela que están blasfemando por quien realmente le anima, el Espíritu Santo, y que eso "no tendrá perdón jamás".
Por otro lado, su familia "desde fuera, lo mandaron llamar", no quiere entrar en la "casa", en ese nuevo espacio creado por Jesús, sino que permanecen al margen. Jesús deja claro que sus relaciones son con quienes le siguen, su nueva familia, los de "casa": "El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre"