El domingo pasado dejamos a Jesús "enseñando muchas cosas" a la multitud que se había congregado con Él y los "apóstoles" en un lugar desierto, donde habían ido "a descansar un poco".
A continuación, San Marcos relata cómo Jesús manda a sus discípulos que den de comer a la multitud, realizando la multiplicación de "cinco, y dos peces".
Pero la liturgia, en vez de continuar con la lectura del evangelio de Marcos, nos propone, siguiendo el mismo tema, el llamado "discurso del pan" del evangelio de san Juan, a lo largo de cinco domingos seguidos, para luego volver al evangelio correspondiente a este ciclo B, con el capítulo 7 de san Marcos, saltándose el relato de la multiplicación, ya que hoy se presenta la versión de san Juan. Esta introducción de un capítulo de san Juan se debe a la brevedad del evangelio de Marcos, que no llena todo su ciclo litúrgico.
En el texto joánico, Jesús es presentado como el nuevo y definitivo Moisés a través de varias "pistas", encuadradas en la indicación de que "estaba cerca la Pascua". Igual que en la Pascua del Éxodo el pueblo el pueblo pasó el mar Rojo, siguiendo una multitud a Moisés; quien luego subió al monte; y realizó prodigios; así Jesús "marchó a la otra parte del mar de Galilea", "lo seguía mucha gente", "subió Jesús entonces a la montaña", y la gente "habían visto los signos" que hacía Jesús. E igual que Moisés dio de comer al pueblo hambriento, Jesús hará lo mismo con esta multitud que le escucha.
A diferencia del relato de Marcos, en este evangelio es Jesús y no los discípulos quien se percata de la necesidad de la multitud. En el diálogo con Felipe y con Andrés éstos le presenta la imposibilidad de alimentarlos: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo» le contesta Felipe; «aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?», le dice Andrés.
Jesús, en cambio, "tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió", lo cual no sólo hace referencia a la Cena de la Pascua judía, sino que son los verbos que identifican la Cena del Señor, la Eucaristía.
La multiplicación de los panes remite al maná del desierto en tiempos de Moisés.
Los doce canastos de sobras de pan hacen referencia al grupo de los Doce.
Ante este "signo" de Jesús, la gente reconoce que Él es el nuevo Moisés: «Éste es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Se cumple en Él lo prometido en Dt 18,15.18: "El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo."
Sin embargo, la gente malinterpreta el signo e intentan hacer a Jesús el líder de una revuelta política: "iban a llevárselo para proclamarlo rey"; por lo que Jesús tuvo que huir de ellos: "se retiró otra vez a la montaña él solo"