El evangelio de la solemnidad de San Pedro y San Pablo es el mismo que el del domingo 21 del ciclo A, si bien éste se prolonga un versículo más. La figura de Saulo (San Pablo) no aparece en ningún evangelio, de ahí que se centre solo en la figura de Simón (Pedro).
Esta perícopa del evangelio de Mateo, aparentemente sencilla, es
bastante compleja. Para San Mateo, marca un antes y un después en la
actividad de Jesús y en su relación con los discípulos. Nuestra mirada se va a centrar en la figura de Pedro, dejando otros aspectos.
Jesús evalúa la percepción que se tiene de él. Después de preguntar por la opinión de la gente, pregunta a sus discípulos. Solo contesta Simón-Pedro (es la única vez que se le designa con su nombre y su apodo juntos), constituyéndose en portavoz del grupo, lo que muestra su liderazgo. Jesús había preguntado por la opinión sobre "el Hijo del Hombre" y Pedro dice que es "el Hijo de Dios", el Mesías esperado. Esta respuesta recibe la felicitación de Jesús, no tanto por lo acertada que es, sino porque no es fruto de su propia deducción, sino que le ha sido revelado por el Padre. En esta bienaventuranza, Jesús le llama por su nombre: Simón Bar-Ioná (Simón hijo de Jonás).
Entonces Jesús decide fundar la Iglesia, llamando a Simón por su apodo (Pétros -Pedro- en griego, traduciendo el Kephas -Cefas- arameo, como dice Juan 1, 42: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas -que se traduce: Pedro-»), y dándole un significado en la naciente Iglesia: "sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Sorprende que Jesús llame a Simón "Piedra". En la Biblia, la Roca es
Dios, y en el Nuevo Testamento, la Piedra angular es Jesús, así que
causa extrañeza que Simón sea llamado del mismo modo. Sin embargo, así también es llamado Abrahán en Is 52,1-2: "Mirad la roca de donde os tallaron, | la cantera de donde os extrajeron. Mirad a Abrahán, vuestro padre...". Otros interpretan que, "la piedra sobre la que edificará la Iglesia", no se refiere a la persona de Pedro, sino a la confesión hecha por Pedro de que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios: esa sería la piedra sobre la que se levanta la Iglesia. Comoquiera, el texto evidencia que san Pedro tiene una misión especial en la Iglesia de
Jesucristo.
A continuación Jesús despliega las dimensiones de la misión de Pedro en la Iglesia: posee las llaves del Reino, y tiene poder de atar y desatar.
La imagen de tener las llaves viene del Antiguo Testamento, donde el rey confiaba las llaves de palacio a un elegido, que podía dar acceso o no a los demás (Is 22,22: "Pongo sobre sus hombros | la llave del palacio de David: | abrirá y nadie cerrará; | cerrará y nadie abrirá"). De ahí se deduce la importancia que se le está concediendo a San Pedro en este texto. ¿Con qué significado? Jesús menciona la llave que tienen los maestros de la Ley, y los critica por cómo la usan en Lc 11:52 mencionan explícitamente las llaves: "¡Ay de vosotros,
maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia:
vosotros no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis
impedido!" (también en el paralelo Mt 23,13: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren."). Jesús les critica que cierren, a la gente, el acceso a la Palabra; por tanto se entiende como el poder de dar acceso o no a las
Escrituras: los rabinos, con su conocimiento de la Biblia, podían
interpretar correctamente la Palabra para que la gente lo entendieran,
es decir, tenían la llave para abrir su comprensión. Así como pasó en la imagen de la Roca, así pasa también en esta imagen de la llave: en el texto de Ap. 3,7 el que tiene la llave es Jesús, no Pedro: "el Santo y el Verdadero, el que tiene la llave de David, de forma que si él abre, nadie cierra, y si él cierra, nadie abre".
Jesús explica lo que significa que Pedro tenga las llaves. Lo propios es se le suponga el poder de abrir/cerrar, pero Jesús cambia la imagen y habla de atar/desatar. Frecuentemente, se interpreta como el poder de excomulgar o perdonar los pecados, potestad que no queda excluida de dicha expresión. Pero esta es una imagen conocida en el antiguo mundo rabínico -el de los maestro de la Ley-, para indicar dos cosas: por un lado, el poder de interpretar las Escrituras, de enseñar el sentido correcto de la Palabra, como ya se ha dicho explicando la imagen de las llaves, de permitir entrar o de bloquear la entrada a la Palabra del Reino; pero además, también implica el poder de juzgar (ya que la interpretación de la Ley permitía discernir y dictaminar sobre los casos), o sea, de emitir un juicio de admisión o de rechazo, asimismo de perdonar o excomulgar, como se dijo. Por tanto, aquí se está dando a Pedro una misión esencial en la Iglesia.
Aunque esta misión se le dar en singular a Pedro, recalcando así su misión única en la Iglesia, no es un poder dado en exclusiva, pues en ese mismo evangelio, Mt, 18.18, Jesús dirá a todos sus discípulos: "En
verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los
cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los
cielos", extendiendo la potestad de Pedro a toda la Iglesia.